domingo, 4 de diciembre de 2011

No way back

Llevo tiempo pensando en desempolvar el blog y volver a pasar por aquí de cuando en cuando, sin cita previa ni compromiso, para seguir dedicándome a uno de esos placeres infantiles que nos quedan y que es el de contar historias. Y, paradójicamente, estar de nuevo viviendo en un lugar en el que esas historias surgen a cada paso impone una molesta pereza a la hora de romper el hielo. Porque, tras el silencio, ¿qué merece ser lo primero que se cuente?

Pues eso, que igual que en no pocas ocasiones no encontramos las cosas porque no se nos ocurre mirar en su sitio, al final he acabado pensando que nada mejor que empezar ni más ni menos que por el principio. Era un gélido día de enero hace ya casi un año cuando pisaba Suiza por primera vez. En una mano una bolsa con una muda y en el estómago un manojo de nervios demasiado pesado para colar como equipaje de mano. Un currículum, un billete de ida y vuelta en veinticuatro horas... y este cartel premonitorio nada más bajar del avión.



Mood: one small step...